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La relevancia de la aplicación de parámetros para el uso de ingredientes marinos en alimentos balanceados acuícolas

Artículo del Dr. Neil Auchterlonie, publicado en International Aquafeed, edición de febrero

Introducción

Como sucede con la industria de la acuicultura, la industria de ingredientes marinos ha sido el centro de atención por su uso de las poblaciones de peces de forraje como materia prima para los ingredientes de los alimentos balanceados acuícolas. En un esfuerzo por adoptar algún método para contabilizar los volúmenes de peces enteros que se utilizan en la producción de harina de pescado y aceite de pescado, se han propuesto parámetros para calcular el uso de peces silvestres en la producción acuícola. Dentro de ese enfoque están en primer plano el Ratio de Pescado Requerido: Pescado Obtenido (FIFO) y, posiblemente con menos énfasis, la Tasa de Dependencia de Peces Forrajeros (FFDR).  Aunque al menos un grupo de autores ha cuestionado el uso de FIFO, argumentando que no está claro si se trata de un indicador ecológico o ético del uso de recursos pesqueros. (Taylor et al., 2011), las historias detrás de estos acrónimos se han convertido desde hace mucho tiempo en una forma aceptada de observar los rendimientos ambientales de las industrias de harina de pescado, alimentos balanceados acuícolas y acuicultura. Detrás de esa aceptación, ha habido poca discusión y debate sobre la utilidad de la aplicación del concepto. Parece sencillo suponer que una consideración de la cantidad de peces silvestres utilizados en la producción de peces de cultivo sería un verdadero reflejo de la sostenibilidad ambiental, pero ¿es eso realmente correcto?

Contribuciones nutricionales

La harina de pescado es un ingrediente nutricionalmente completo para las especies de peces carnívoros. Este es un hecho que no debería sorprender dada la evolución y la adaptación de las especies carnívoras a una dieta piscívora. Los beneficios nutricionales están bien documentados e incluyen, por ejemplo: alta digestibilidad relativa, excelentes perfiles de aminoácidos y pocos problemas con factores anti nutricionales (Lane, et al., 2014) además de ser rico en ciertas vitaminas (p. ej., A, grupo B y D) y minerales (p. ej., Ca, P, Fe, Zn, Se, I) (Olsen & Hasan, 2012). Se sabe que todos estos nutrientes benefician a la fisiología no solo desde la perspectiva del crecimiento (obviamente una consideración clave en los sistemas de producción acuícola), sino también desde la perspectiva de la salud de los peces y la composición nutricional del producto final. Como IFFO ha argumentado anteriormente (Auchterlonie, 2016), la acuicultura moderna tiene éxito en parte gracias a la base que la harina y el aceite de pescado proporcionaron a las dietas nutricionalmente completas para especies carnívoras (por ejemplo, salmón, camarón) en los primeros años, liberando a la industria para hacer los avances en tecnología de sistemas y salud que han sido tan importantes para su progreso. 

Más peces, más alimento balanceado

La acuicultura es el sector de proteínas de más rápido crecimiento y, aunque la FAO estimó una disminución en su tasa de crecimiento a 5.8% (durante 2005-2014) del 7.2% (durante 1995-2004) (Organización de Agricultura y Alimentación, 2016), su contribución a la seguridad alimentaria es significativa, y es uno de los pocos sectores proteínicos que muestra crecimiento. Aunque todo ese crecimiento no está respaldado totalmente por las especies alimentadas (también incluye, por ejemplo, contribuciones del cultivo de mariscos y algas marinas), se considera que aproximadamente la mitad del total está compuesto de especies alimentadas que están aumentando a un ritmo más rápido en relación con las especies no alimentadas (Organización de Agricultura y Alimentación, 2016). Con ese crecimiento surge una obvia necesidad creciente de volumen de alimentos balanceados. Un suministro finito de harina de pescado y aceite de pescado cada año se establece en un contexto de aumento del suministro de alimento balanceado, como lo han señalado autores como Fry et al., (2016), mostrando el crecimiento previsto entre 2000 y 2020 (Fig.1.).  Está claro que los primeros alimentos balanceados tendrían que cambiar en composición para satisfacer la creciente demanda, ya que simplemente no habría suficiente harina de pescado y aceite de pescado para seguir fabricando dietas con las primeras formulaciones.

Fig.1. Requisito previsto para alimentos balanceados acuícolas 2000-2020, de Fry et al., (2016)

La industria de alimentos balanceados acuícolas ha sustituido consistentemente parte de la harina y el aceite de pescado en alimentos balanceados para el salmón y otras especies de cultivo a lo largo del tiempo. Esto ha sido reconocido como una respuesta a la disponibilidad de los ingredientes marinos (Ytrestøyl, Aas, & Åsgård, 2015), que es especialmente un problema durante los años donde hay reducciones en el suministro, como cuando ocurre un evento de El Niño en el Océano Pacífico. La industria de alimentos balanceados buscó formas de amortiguar los picos y depresiones asociadas al suministro de ingredientes a través del suministro de ingredientes alternativos. Ese declive en el uso ha sido catalogado ocasionalmente en la literatura científica (Ibid.), aunque gran parte del trabajo para lograr esas reducciones es el resultado de la inversión a largo plazo de esas empresas de alimentos balanceados en la investigación, y también lo es, por definición, la información comercial.  Con todo ese esfuerzo, parece que para muchas especies de peces la sustitución de ingredientes marinos tiene un límite inferior basado en la tecnología de alimentos balanceados actual y puede descender solo hasta un umbral debido a los atributos nutricionales específicos de la harina y el aceite de pescado, si se comparan con las necesidades nutricionales de esas especies.  En algunos casos, podemos estar muy cerca de esos umbrales, como en, por ejemplo, las inclusiones de aceite de pescado en las dietas de crecimiento para el salmón (Sprague, Dick, & Tocher, 2016). En otras especies también hay un reconocimiento del papel que desempeña la harina de pescado en el buen sabor de los alimentos balanceados (Glencross et al., 2016), una característica de este ingrediente que a menudo se pasa por alto, y tal vez cada vez más importante cuando se considera en el contexto del continuo aumento de la sustitución parcial por ingredientes proteicos básicos.  La sustitución de ingredientes tan complejos desde el punto de vista nutricional como la harina de pescado y el aceite de pescado no es sencilla.

Cifras FIFO

IFFO ha estado siguiendo el ratio FIFO en la acuicultura alimentada desde el 2000. Las cifras para el 2000 fueron calculadas por IFFO utilizando los datos de producción de la FAO y las estimaciones anuales de IFFO, actualizadas en 2010 y un nuevo cálculo reciente con los datos de 2015. Estas comparaciones se presentan en la figura 2 a continuación.  No es de extrañar que estas cifras muestren una tendencia a la baja: los antecedentes de una mayor producción acuícola, un mayor volumen de alimento balanceado frente a un suministro finito de harina de pescado y aceite de pescado hace que esto sea de esperar.

 

2000

2010

2015

Crustáceos

0.91

0.45

0.46

Peces marinos

1.48

0.88

0.53

Salmón & trucha

2.57

1.38

0.82

Anguilas

2.98

1.81

1.75

Ciprínidos

0.07

0.03

0.02

Tilapias

0.27

0.18

0.15

Otros de agua dulce

0.60

0.15

0.13

Total de acuicultura

0.63

0.33

0.22

Fig. 2.  Cálculos de FIFO para 2000, 2010 y 2015

El hecho de que los cálculos del ratio de FIFO continúen mostrando una disminución ha sido generalmente bien recibido, a pesar de que el concepto continúa desviando la atención de la contribución real de los ingredientes marinos a la producción acuícola. Algunos autores han explorado la relevancia del enfoque (Welch et al., 2010), pero todavía se reconoce ampliamente como un parámetro para el rendimiento de la acuicultura a pesar de que hay niveles de complejidad por debajo de la aparente comparación en el ratio de FIFO. Ese ratio simplemente compara el suministro de energía y proteína cruda en alimentos balanceados acuícolas con la cantidad de pescado comestible suministrado a través de la acuicultura alimentada. No toma en cuenta los otros factores suministrados en la harina y el aceite de pescado como ingredientes de alto valor para los alimentos balanceados acuícolas, y por lo tanto subestima la contribución real realizada.  IFFO ha estado presentando harina de pescado y aceite de pescado como ingredientes estratégicos en alimentos balanceados acuícolas durante al menos la última década, y la opinión ha sido compartida por los inversores (Rabobank, 2015). Está bastante claro que tal posicionamiento estratégico es un reflejo del perfil nutricional superior de los materiales, un factor que se descuida dentro del cálculo FIFO. Ese uso estratégico acompaña un cambio en la incorporación en los alimentos balanceados para obtener beneficios óptimos, como en los alimentos balanceados para juveniles y reproductores, por ejemplo.  Lo que "sale" depende más de las cualidades nutricionales de lo que "entra" que de lo que FIFO parece representar. La utilización de ingredientes marinos en los alimentos balanceados para optimizar el rendimiento en poblaciones juveniles para que los peces puedan obtener los beneficios nutricionales cuando los animales jóvenes más lo necesitan, es análogo al uso de materiales en alimentos balanceados para animales terrestres, tales como cerdos y aves de corral. 

Enfrentando las críticas, ¿alguna vez fueron realmente válidas?

Durante el período en que las empresas de alimentos balanceados han estado trabajando arduamente para hacer que los suministros disponibles de harina de pescado y aceite de pescado vayan más allá, una cosa que no cambió fue la perenne crítica de algunos grupos del uso del pescado silvestre por el sector acuícola como materia prima en las formulaciones de alimentos balanceados.  Esa crítica estalló a principios de la década de 1990 con la pregunta general "¿cuántos kilos de peces silvestres se necesitan para producir un kilo de salmón de cultivo?" Y reflejaba lo que a algunos les parecía una pregunta sensata, que era por qué los peces de cultivo eran alimentados con peces silvestres cuando los humanos podrían consumir esos peces silvestres directamente. Para aquellos críticos, parece que el esfuerzo de todo el proceso de fabricación de harina de pescado y aceite de pescado, alimento balanceado para peces y cultivo de salmón y otras especies de peces fue en desmedro del medio ambiente y las comunidades locales, un gasto que, aparentemente, fue para el beneficio de los intereses comerciales apenas disimulados como avaricia corporativa.

Los intentos de abordar el uso de peces silvestres en alimentos balanceados acuícolas se resumieron en el término FIFO y, en menor medida, FFDR, pero el subtexto en ambos significa esencialmente lo mismo: reducir la cantidad de peces silvestres (enteros) utilizados en las formulaciones de alimentos balanceados acuícolas. El razonamiento parecía ser directo, una presión descendente continua sobre el uso de harina de pescado y aceite de pescado en alimentos balanceados acuícolas reduciría la presión sobre las pesquerías que se utilizan para suministrar materia prima para harina de pescado y aceite de pescado, mejorando así su sostenibilidad y la salud del ecosistema marino. La tesis era que estos peces también se destinarían al consumo humano directo, apoyando a los pescadores locales, sus comunidades y la nutrición (a menudo) en los países en desarrollo. Desafortunadamente, ese punto de vista no es lo suficientemente sofisticado para tener en cuenta las realidades de la situación, y hay al menos seis puntos que deben considerarse al revisar el éxito, o no, del enfoque FIFO / FFDR. Ambos aspectos se resumen a continuación.

Punto 1. El sector de alimentos balanceados ha logrado reducir la inclusión de ingredientes marinos en alimentos balanceados acuícolas sin la influencia de la agenda FIFO / FFDR. Como hemos visto, la reducción en los ingredientes marinos y el correspondiente aumento en el volumen disponible de alimentos balanceados acuícolas ha sido impulsado en gran medida por las empresas de alimentos balanceados, en lugar de cualquier adopción de principios FIFO / FFDR. 

Punto 2.  Las pesquerías de reducción que se utilizan para la producción de harina de pescado y aceite de pescado son un recurso natural que de otro modo no contribuiría significativamente a la producción mundial de alimentos. La idea de utilizar estas poblaciones de peces para apoyar la nutrición humana directa se basa en varias suposiciones incorrectas. En la gran mayoría de los casos, las poblaciones no tienen un mercado para su producto como alimento para el consumo humano directo, incluso cuando ha habido una inversión considerable por parte de los gobiernos, por ejemplo, en Perú, para promover esos mercados. Aunque se ha observado un pequeño movimiento en el consumo humano directo en algunas de estas poblaciones (y un aumento correspondiente en el uso proporcional de subproductos en la fabricación de harina de pescado y aceite de pescado), este volumen no es significativo. Hay algunas especies obvias que se usan para la reducción y que es poco probable que tengan un mercado de consumo humano directo porque son desagradables, como la anchoveta peruana (Engraulis ringens), especies de menhaden del Atlántico (Brevoortia tyrannus) y Golfo (B. patronus) y el pez gato (Capros aper) en Europa.

Punto 3. Con los enfoques modernos de gestión pesquera, la variabilidad observada en las poblaciones de peces de forraje está influenciada por factores ambientales y no por la presión de pesca. La idea de dejar estas poblaciones de peces para apoyar la salud de los ecosistemas marinos también se basa en una premisa falsa, que los modelos de pesquerías que predicen relaciones simplificadas a través de niveles tróficos eran precisos. La ciencia avanza continuamente y ahora entendemos que la variabilidad en estas poblaciones de peces de bajo nivel trófico es amplia e influenciada más bien por factores ambientales en lugar de la presión de pesca (Hilborn et al., 2017). Se ha predicho que esa variabilidad ocurrió antes del advenimiento de la explotación del recurso por los humanos en el caso de algunas pesquerías, incluida la de la importante anchoveta peruana. (Finney et al., 2010). Un argumento frecuentemente citado relacionado con la recolección de estas poblaciones es el de mantener una fuente de presas para los depredadores marinos (especialmente mamíferos y aves). De hecho, los avances en la ciencia de estas poblaciones y sus interacciones con los depredadores indican un gran grado de selectividad de tamaño, distribución espacial y oportunismo en las poblaciones de depredadores, y la consiguiente falta de evidencia de una fuerte conexión entre la abundancia de peces forrajeros y la abundancia de sus depredadores (Hilborn et al., 2017).  

Punto 4.  La gestión de las poblaciones de peces de forraje es relativamente exitosa. La idea de que FIFO / FFDR respaldaría la gestión mejorada de las poblaciones de especies de peces pelágicos pequeños que suministran la mayor parte de la materia prima para la producción de harina y aceite de pescado es infundada. Supone en primera instancia que estas poblaciones no están bien gestionadas, lo cual es una generalización. A diferencia de algunas especies alimenticias, las especies de peces forrajeros son típicamente peces pequeños, de rápido crecimiento y maduración temprana, con una tendencia hacia poblaciones de especies únicas, todo lo cual hace que el modelado y gestión sea más sencillo que el de muchas de las pesquerías más complejas que suministran alimentos para el consumo directo. Sustainable Fisheries Partnership señala en su revisión de las pesquerías de reducción en 2017, que "más de tres cuartas partes (81%) del volumen total de captura en este análisis proviene de poblaciones que están razonablemente bien (o mejor) gestionadas" en una investigación que observó 20 poblaciones con un volumen equivalente a aproximadamente el 74% del volumen total anual de reducción de peces. [SFP también señala que hay una excepción a esta buena noticia con un problema regional particular relacionado con el sudeste asiático.  En IFFO también hemos notado esto y junto con Global Aquaculture Alliance (GAA) estamos financiando un estudio que analizará dónde se podrían hacer mejoras.] La industria de harina de pescado ha logrado mucho para mejorar la salud de estas poblaciones mediante la adopción de esquemas de certificación como el esquema IFFO RS (Suministro Responsable) (ver: www.iffors.com). Los volúmenes de harina de pescado certificada por IFFO RS alcanzan volúmenes proporcionales de producto certificado muy superiores a los ingredientes de alimentos balanceados comparables, que se estima cubrirán el 49% de la producción mundial en 2017.

Punto 5. Impulsar tasas de inclusión más bajas para la harina de pescado y el aceite de pescado influye potencialmente en el perfil nutricional de los productos de la acuicultura. Un ajuste arbitrario de las tasas de inclusión de ingredientes marinos por grupos externos a los ingredientes marinos, las industrias de alimentos balanceados acuícolas y la acuicultura tiene el potencial de tener un efecto directo en las cualidades nutricionales del producto de pescado cultivado. Esta es una consecuencia directa de la riqueza nutricional de la composición de micronutrientes de la harina de pescado, una riqueza que no tiene paralelo en ingredientes alternativos. En el salmón de cultivo, esto podría tener un efecto sobre, por ejemplo, la concentración de ácidos grasos omega-3 de cadena larga, como se ha documentado en Escocia. (Sprague et al., 2016). También podría tener potencialmente un conflicto directo con aquellos productores que deseen producir un producto rico en omega-3 para el mercado premium. Es posible que haya otros efectos de micronutrientes reducidos, y al menos un proyecto de la UE ha sido financiado para investigar este importante aspecto del contenido nutricional de peces cultivados. 

Punto 6.  La reducción de la harina de pescado y el aceite de pescado puede afectar la salud de los peces y la supervivencia de las poblaciones de peces de cultivo. Además de la calidad del producto, establecer inclusiones más bajas de ingredientes marinos también puede tener un impacto en la salud de los peces y la capacidad de los animales de granja para hacer frente al desafío de las enfermedades. En los sistemas acuícolas modernos, este es uno de los problemas más importantes relacionados con la sostenibilidad, y los lectores estarán muy conscientes de las críticas recibidas por la industria salmonera sobre los niveles de piojos de mar y los volúmenes de medicamentos veterinarios utilizados para los tratamientos. Sabemos que algunos de los micronutrientes en la harina de pescado y el aceite de pescado son esenciales para la fisiología de los peces, y algunos, en particular, para el funcionamiento y la competencia del sistema inmune. Parte de esta ciencia aún se está desarrollando, pero el trabajo realizado recientemente por Nofima nos muestra que las concentraciones de omega-3 en el salmón de cultivo son importantes en relación con la "solidez" y la capacidad de los peces para manejar el estrés y la manipulación física. También sabemos que en las especies terrestres algunas poblaciones de microfloras intestinales en algunos animales de granja están influenciadas por la dieta, lo que nuevamente tiene un impacto en la salud de los animales. Al menos un proyecto (en la Universidad de Aberdeen) ya está investigando este tema en relación con el salmón de cultivo. Existe la posibilidad muy real de que presionar a la baja las tasas de inclusión de la harina de pescado y el aceite de pescado tenga un impacto en la salud, la supervivencia y, por lo tanto, la sostenibilidad de la población de peces de cultivo en los sistemas acuícolas. Esto debe haber estado muy lejos de los objetivos de quienes abogaron por una reducción de las inclusiones de ingredientes marinos en los alimentos balanceados para peces en primer lugar, y aunque tal vez sigue el concepto de consecuencias no intencionales, es un ejemplo muy real de cómo las complejidades de la producción acuícola no se pueden tratar como problemas únicos de forma aislada.

Conclusión

En última instancia, entonces, debemos cuestionar la adopción del principio de limitación de los ingredientes marinos en los alimentos balanceados acuícolas ya que, en gran medida, no parece haber logrado lo que se propuso. Fue un procedimiento diseñado para influir en la agenda de sostenibilidad de las poblaciones de peces de forraje que proporcionan la materia prima para la producción de harina de pescado y aceite de pescado, pero en realidad hay poca evidencia de que esto haya sucedido. En realidad, las mejoras han sido impulsadas por la propia industria de harina de pescado a través de la adopción de esquemas de certificación y prácticas responsables de suministro. Donde se han producido reducciones en los ingredientes marinos, estas han sido realmente impulsadas ​​por las empresas de alimentos balanceados acuícolas en respuesta a la disponibilidad de ingredientes marinos. FIFO y FFDR parecen tener muy poco que ver con las mejoras en la sostenibilidad a lo largo del tiempo, lo que contrasta enormemente con los avances reales realizados por las industrias de harina de pescado y alimentos balanceados.